Una tarde de 1997, de regreso de la Universidad me dirigía a
casa, meditando sin pensamientos, medio adormecida en un viejo autobús público,
sentada en la silla de atrás, a solas. Ese fue el momento, uno de tantos que se
repetirían con el tiempo, en el que por primera vez aquella vieja “voz” me
diría: “Toma un papel y lápiz y escribe lo que voy a decirte”.
Aunque fuese la primera vez que me daba una “orden” de
manera tan directa (a excepción de lo que me dijo a los 10 años para salvar mi
vida de un accidente en el recreo –“da un paso a tu izquierda”- para que al caer la estructura
de la cancha de básquet solo me atrapara sin lastimarme), durante muchos años
me había acostumbrado a que me hablara o contestara mis preguntas inconformes
sobre la vida y hasta sobre él mismo, sin pedirme nada. La más reciente
pregunta había sido sobre la realidad de su existencia: ¿Quien eres tú?, ¿eres
yo misma o alguien fuera de mi? A lo que me respondió dejándome más confundida:
“Estoy en ti pero a la vez fuera de ti”.
Pero esa tarde fue especial. Podría decirse que aprovechó mi
estado de “mente en blanco”, o mi apaciguada serenidad de esa ocasión. Cuando
me pidió el papel y el lápiz en el autobús, sentí como si por fin quisiera
demostrarme que su voz no era parte de mi conciencia, al menos no en aquel
momento y en aquella edad de 20 años, cargados más de dudas que de seguridades.
Una vez que me dio la “orden”, no repuse nada, no quise preguntar nada, estaba
lo suficientemente cansada como para entrar en conversaciones filosóficas con
“él”; así que, sin chistar, saqué la hoja y el lapicero que encontré a mano y
me dispuse a escuchar. Esto fue lo que escribí a mala letra al ritmo de su voz:
“¿Cómo hacer realidad
los sueños?
Antes que nada, hay algo
que debes saber sobre los sueños: Todos son posibles. Todos tienen cabida en la
Existencia. En el momento en que tienes un Sueño, en el preciso instante en que
arriba al puerto de tu conciencia, toda la energía del Universo se prepara para
fecundarlo y darle vida. Es como si esa energía fuera utilizada para enviar
mensajes a todos los espacios de la vida, llegando a todos los puntos
cardinales: desde la superficie hasta lo más interno, desde la periferia hasta
el mismo centro de su “ser”. La vida se alegra con la noticia del nacimiento de
un Sueño.
Entonces, empieza a
enviar señales de que existe para que tú entiendas que sí es posible. Que no es
fantasía lo que tienes en mente, que es la semilla de algo grande que puede
crecer si lo deseas. Que la palabra “fantasía” es demasiado fea para denominar
lo que sí puede suceder.
Luego, las fuerzas del
“Destino-Vida” actúan enviándote dones y herramientas para que lo construyas,
se derrite en complacencias contigo, pero tienes que estar atento…Debes saber
que no todos los humanos tienen los “ojos” bien desarrollados aún para ver
asomar sus regalos. Muchos creen que estos regalos son como aves que salen
volando con el primer acercamiento y no entienden todavía que antes, deben
ellos convertirse en aves para alcanzarlos.
Los sueños son
inspiraciones divinas; son la forma en que Dios-Amor te explica sus designios y
te revela tu misión. Por eso lo sueños nunca están en contravía con los deseos
de tu Ser Interno. No puedes olvidar eso, si quieres hacer realidad un Sueño.
El lenguaje de un
Sueño es sencillo, es el del sentimiento. Hazte amiga(o) de tu alma y podrás
sentir ese Sueño, comunicarte con él, percibirlo, no confundirlo con una
emoción pasajera, conocerlo. Este es el primer paso. Si quieres volver tus
sueños una realidad, además de ser consciente de esto, debes saber si en verdad
es Tu Sueño, no el de otros.
Con la certeza en el
corazón, deberás luego convertirlo en Idea, así, fijado en tu memoria, no
difuso sino bien claro como un sello, podrás empezar a moldearlo.
Toma tu Sueño entre
los brazos de tu conciencia, acéptalo y asimílalo, haciéndolo parte de tu Ser.
Acaricia su imagen durante todo el proceso con la sensación de que ya está
presente. Esto se llama atraerlo para que se materialice.
Estudia cuidadosamente
todas las posibilidades que la vida te está obsequiando, medítalas, saca
partido de esos dones. Ahora, emplea toda tu inteligencia y todo tu
conocimiento en mejorarte. Piensa en todo lo necesario para que tu Sueño sea
materializado y busca la manera de conseguirlo.
Es importantísimo
tener todas las fichas reunidas. Gastarás todo tu esfuerzo, trabajo, tiempo, en
ello…y eso es VIVIR.
Planea cuidadosamente
tus pasos, sigue tu plan y evalúa tus logros revisando lo que te haga falta.
Haz como si elaboraras una lista de compras: el “supermercado” es la vida y el
dinero serán tus valores, tu energía, tu trabajo y tu inteligencia para obtener
esas pequeñas cosas que componen tu Sueño. Te aconsejo que escribas esos pasos,
que lo hagas con seriedad, como si fueras a comprar muchas cosas importantes
que podrías olvidar. No permitas que ningún detalle se te escape…ahí está lo
emocionante de esta misión. Un Sueño es una meta que nos obsequia la
oportunidad de aprender con cada error y con cada logro que nos acerca a él.
Nos da el ánimo de caminar, osea, de vivir.
Debes saber también
que no será tan mágico como pienses. Será hermoso, pero además una lucha
permanente entre tu falta de fe y tu perseverancia.
Para encontrar cada
parte de tu Sueño, debes, como te dije, estar atenta(o). Las oportunidades
pasan y caen a montones como la nieve en el invierno; pero si quieres conseguir
suficiente para armar el muñeco, debes salir afuera, debes buscar, abrir tus
manos para cuando llegue la nieve, y no creer que estás en el verano. La
ceguedad es muy frecuente en este planeta.
Algo muy importante:
Tienes que sentir “bonito” las veces que más puedas. Esto quiere decir que
debes ser positiva(o); esta energía es la que atrae las oportunidades, mejor
dicho, la que te deja verlas. No verás las herramientas para hacer tu sueño, si
por cada fallo crees que no podrás conseguirlo; la vista se ennubla cuando
tenemos triste el corazón.
Confía en ti.
Cualquier duda al respecto retrasa la obra. De todas maneras, algún día, en
cualquier vida vas a lograr tu misión porque estás hecha(o) para ello. Por eso…
¿para qué perder tiempo dudando lo inevitable?
Estimúlate
constantemente con cada logro que obtengas. Envíate un mensaje que te haga
sentir que tu Sueño ya está cerca y siéntete feliz por tu trabajo, por lo que
haces a diario.
Y cuando lo consigas,
cuando toques con tus manos ese Sueño, cuando estés viendo que se reproduce,
que ha regado semillas de nuevos embriones de sueños, contempla ante tus ojos
la hermosura de la vida, que infinita, nunca se cansará de complacernos”
Y esta fue la última recomendación: “No lo dejes aquí.
Pásalo y compártelo”. Todavía hasta el día de hoy sigo descifrando estas
palabras.