miércoles, 20 de junio de 2012

REGRESO


Vivian y Bastián eran amigos.


Ella tenía 10 años y el 12.


Jugaban a ser mayores.


Ella era pícara y atrevida.


Él era serio y astuto.


A Vivian le brillaban los ojos cuando lo veía.


A Bastián le saltaba el corazón con su sonrisa.


Eran felices.


Visitaban la playa juntos


y en medio de la brisa,


los pies en la arena,


el sonido de la mar,


trataban de ser adultos.


Una vez, cansados de coger caracolas,


se sentaron a mirar el horizonte


y le sonrieron al sol mientras se iba.


Vivian sacó de su bolsillo una de las caracolas


y la miró con ternura,


la besó largamente


y luego le preguntó:


¿Quieres irte?


Y como si la caracola respondiera “Sí”


la arrojó con fuerza a la mar.


-        ¿Qué haces?- Preguntó Bastián


-        ¡Ensayo!!


-        Y, ¿qué ensayas?


-        Es un secreto – Y rió con malicia.


-        ¡Ahh! ¡Bueno! – Dijo como si no le importara.


Ella observó su actitud fingida y le dijo:


-        ¿Quieres saber?


-        Yo ya sé; te estabas despidiendo de la caracola.


Ella soltó una carcajada diciendo:


-        ¿Quieres saber? O no…


-        Sí.


-        Entonces cierra los ojos.


Bastián la miró extrañado pero le hizo caso.


Vivian se hizo frente a él,


 acercó lentamente su rostro al de él


y de manera repentina le dio un beso en los labios,


un beso pronunciado pero inocente,


largo pero pequeño.


Él quedó petrificado.


Ella quedó fascinada.


Era mejor besarlo a él que a la caracola…



Entonces, mirándolo fijamente a los ojos, le preguntó:


-        ¡Quieres irte?


Y el le dijo “Sí” con la mirada,


le sonrió


y en un movimiento que ella no esperaba,


corrió con todas sus fuerzas hasta la mar


y nadó y nadó…


A Vivian le dolió el corazón.


*********************************


Ella dejó de hablarle.


Él no supo por qué.


Y unas semanas después


sus familias tomaron rumbos distintos


y cada uno construyó su destino en otras tierras.


Pero un  buen día


ambos regresaron sin saberlo


al sitio de aquel primer beso


y cuando se vieron,


a ella le brillaron los ojos de nuevo


y a él le saltó el corazón otra vez.


Y se miraron, sonriendo atolondrados.


Vivian sacó de su bolsillo una carta y le dijo:


-        Cinco años después de aquel día,


todavía tenía vivo el recuerdo de la caracola y de ti.


Y te escribí esta carta que no pude entregarte,


porque no sabía dónde estabas.-


Bastián tomó la carta entre sus manos incrédulo y le dijo:


-        ¿Y ahora, Vivian? ¿Ya no tienes vivo ese recuerdo?-


-        No sólo ha estado vivo.


He guardado el sabor de tu dulzura en mi corazón,


la prueba está en esa carta que todavía he conservado


y siempre he llevado conmigo en tantos años.-


-        Nunca volviste a hablarme,


ni a buscarme para ir juntos a la playa.


Nunca supe por qué…


Por un tiempo pensé que eras una niña tonta,


luego me sentí culpable por no haberte dicho nada


y finalmente, al no atreverme a acercar a ti,


me resigné.


Hasta que nos separamos,


pero te aseguro que te llevé conmigo,


dentro de mí


y no alcanzas a imaginar cuánto me arrepentí de no…


-        ¡No!! No tienes por que sentirte así…-


le dijo con voz apagada


atragantada por las lágrimas que no salían-


-        Por favor lee la carta-


-        ¿Ahora?


-        Sí, ahora.


Con temor abrió el sobre y leyó:





Mi  Querido Bastián:





¿Recuerdas aquel día en que recogimos caracolas? Espero que lo recuerdes tanto como yo…Pues cada día hasta hoy he pensado que en ese instante en que te revelé “Mi secreto” , había roto  mi voluntad, fui esclava de un impulso loco…


Sin embargo escribiéndote esta carta, que tal vez nunca recibas, te confieso que la verdad al parecer, es que escuché a tus labios llamándome y simplemente yo acudí a su aviso como si fueran ellos los dueños de los míos.


Una fuerza inmensa me empujó hacia ti, y aunque era una niña, sabía que esa fuerza era tan grande como la gravedad que atrae a la tierra el agua de la lluvia.


Perdóname por no resistirme.


Perdóname por mi curiosidad.


Perdóname por continuar incluso ahora, deseando respirarte por breves segundos como aquel día, por querer invadirte una vez más por un instante, y por no haber acallado la voz de mi corazón, que ilusamente, pretendió tocarte el alma con un simple beso de amor.





Vivian”





Él la miró a los ojos tan dulcemente que ella no resistió.


Como si fuera una niña otra vez


dejó asomar un rubor en sus mejillas.


-        ¿Me pides perdón?- preguntó incrédulo-


¡Pero Vivian!!, ¿me pides perdón por haberme hecho tan feliz?-


Ella lo miró expectante diciendo:


-        Me sentí culpable


por querer atreverme a descubrir contigo mi secreto.


Por eso besé la caracola,


pero no quería a la caracola,


te quería a Ti…¡A Ti!!…


Pero hiciste lo mismo que ella,


te fuiste,


y no esperaba eso, y el miedo me invadió…


el miedo de que algún día partieras como al fin sucedió…-


-        Pero los dos partimos, Vivian, y de eso no tuvimos la culpa.-


-        Lo sé. Pero en ese tiempo era una niña


y no lo comprendí.


Con los años fui aprendiendo que cuando uno ama,


 deja en libertad a quien amamos;


que no somos nadie para querer


“guadarlo en los bolsillos y poseerlo”…


Así lo hice con la caracola


y así debió ser contigo.


-        Tienes razón, me dejaste elegir,


Pero mi elección no fue alejarme de ti…-


Vivian lo miró con extrañeza.


-        …aquel día me sentí tan feliz,


que hice lo mismo que la caracola:


esa misma libertad, yo la viví.-


Ella sonrió y se iluminó.


Él se acercó y la abrazó,


con brazos fuertes y bien formados,


como un niño que se había vuelto grande.


Vivian le preguntó, entonces:


-        ¿Quieres saber mi secreto?


-        Ya lo sé-


-        ¿Quieres saberlo? O no…


-       


Entonces ella le cerró los ojos con sus manos.


Luego, pasó uno de sus dedos por la frente de Bastián,


bajó por su nariz hasta llegar a su boca.


Acercó su rostro al de él


hasta sentir  su respirar,


como si inhalara sus mejillas…y su alma,


como si tratara de saber si en verdad estaba de regreso.


Tocaron su nariz, una con otra,


mientras que sus labios temblaban


y sin abrir sus ojos sintieron


su unión lenta, poderosa, inevitable…


Él sintió sus labios tiernos.


Ella sintió sus labios fuertes.


Y se besaron.


Se besaron con la mayor de las dichas,


con la locura más hermosa que poseían.


Él quedó petrificado una vez más.


Ella quedó fascinada otra vez.


Definitivamente era mejor besarlo a él que a la caracola.


-        ¿Quieres irte?- Preguntó Vivian.


-        Sí, quiero irme contigo.





Y en adelante Vivian y Bastián fueron amigos.


Ella tenía 10 años y el 12-en sus corazones-


Y ambos jugaron a ser niños.


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